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Una psicosis, una enfermedad mental caracterizada por la distorsión del pensamiento, las percepciones, las emociones, el lenguaje, la conciencia de uno mismo y la conducta.

Así define la Organización Mundial de la Salud la esquizofrenia, un trastorno que según sus datos afecta a 21 millones de personas en todo el mundo.

En la práctica, los síntomas que padece una persona con esquizofrenia son, por ejemplo:

  • Distorsión/exageración del pensamiento de uno mismo
  • Delirios
  • Alucinaciones
  • Desorden en el lenguaje
  • Comportamiento de desorden grave
  • Menor intensidad emocional (aplanamiento afectivo)
  • Menor fluidez al pensar y hablar (alogia)

Concretamente, esta persona puede tener ideas de persecución, creyendo que es seguida o espiada, en lo que es una interpretación exagerada de las experiencias que vive.

Otro ejemplo concreto de estos síntomas son las alucinaciones, que adopta diferentes formas en base a los sentidos implicados. Pueden ser visuales, auditivas, olfativas, gustativas o táctiles.

Una alucinación habitual de estas personas es la de escuchar voces amenazadoras u ofensivas.

El desarrollo de esta enfermedad es multifactorial, de forma que varias cuestiones pueden hacer que una persona la padezca, entre esos factores se han demostrados los genéticos y de estructura o composición química del propio cerebro.

La edad en la que mayormente aparece es la adolescencia o post-adolescencia, y rara vez se da antes de los 16 años. Esta es una edad especialmente sensible a otro elemento que aparece regularmente al hablar de la esquizofrenia; la droga.

Esquizofrenia y droga mucho mejor separadas

Si pudiera resumirse en una frase podría ser:

Las drogas complican mucho las cosas cuando una persona es esquizofrénica.

No existe evidencia de que las drogas activan directamente la enfermedad, pero sí de que ciertas drogas muestran efectos que se asemejan a los síntomas de la esquizofrenia, por ejemplo las alucinaciones provocadas por el consumo de LSD.

Este hecho complica el diagnóstico de una persona que sufra ese síntoma, ya que puede no saberse si atiende al consumo de drogas o la enfermedad esquizofrénica.

Además, en ocasiones los enfermos encuentran la vía de escape en las drogas, buscando estímulos que les hagan ser capaces de tolerar el día a día de sus pensamientos, que en ocasiones pueden ser dolorosos.

El problema de ello es que los síntomas de la enfermedad pueden verse agravados y las consecuencias pasan a ser aún más impredecibles.

Dos amigas, la esquizofrenia y la droga, nada bien avenidas, que cuanto más lejos se mantengan, más posibilidades darán al enfermo de encontrar el camino hacia una vida equilibrada.

Ese camino pasa por sustituir el consumo de cualquier droga por un tratamiento farmacológico debidamente controlado por profesionales que se dedican a ello, que son también los que tienen la capacidad de guiar a una persona enferma en la búsqueda de ese camino.

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