El tabaco, además de producir enfermedades pulmonares y riesgo de cáncer, también reduce el colágeno, lo que acelera el envejecimiento. La piel es la que paga las consecuencias.
“Dejar de fumar ralentiza el envejecimiento facial y retrasa la aparición de arrugas”, señalan los especialistas del Sistema Nacional de Salud del Reino Unido (NHS).
Esta entidad apunta que fumar reduce la elasticidad natural de la piel, pues causa la rotura del colágeno y hace disminuir su producción.
“El colágeno se degrada de manera natural a medida que nos hacemos mayores, lo que origina la formación de arrugas. Pero fumar hace que esto suceda antes”, añade.
“Dentro de los factores externos que contribuyen a que una persona aparente una edad superior a la que tiene, están la exposición solar, el tabaquismo y el consumo de alcohol”, precisa Roberto Glorio, médico especialista en dermatología de la Universidad de Buenos Aires.
Del mismo modo, la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) indica que, parecer joven a medida que pasan los años tiene que ver con evitar ciertas causas externas como el sol, el estrés, el alcohol, las drogas, la contaminación, el tabaco, entre otras.
“El consumo de tabaco produce alteraciones en la piel tales como arrugas prematuras, deshidratación, manchas amarillentas en los dedos, olor corporal a tabaco, dificultad de cicatrización, alteraciones en la estética bucal y cáncer”, precisa el doctor Glorio.
Efecto nocivo
1. La relación del tabaco con las arrugas se manifiesta claramente en personas de ambos sexos de más de 30 años.
2. Efecto cosmético que causa el tabaco. La pigmentación amarilla se da alrededor de los dedos.
3. El tabaco también produce alteraciones bucales, dado que la nicotina afecta directamente a la región periodontal.
4. En lo relativo a las arrugas, el tabaco hace que disminuyan los niveles de vitamina A, lo que produce los cambios.
FUENTE: LA PRENSA